Este, el cuarto momento metodológico de mi tesis, tuvo como desafío poner en diálogo las opiniones de los niños y niñas participantes, con la de los adultos facilitadores, analizando sus puntos de vista a la luz de la bibliografía seleccionada.
Es tercera vez que Felipe se despedía de nosotros. Hace algunos minutos terminaban las transmisiones de Radio Educa en el FAV y sólo nos restaba ordenar el que fue nuestro estudio central. Al tercer intento decidió ayudarnos doblando pendones, guardando micrófonos y limpiando el espacio, como si intentara extender los minutos finales.
Que Felipe no quisiera partir no era casualidad. En los talleres descubrió que le gustaba ser el técnico, pero en los días del Festival de las Artes experimentó además con el reporteo y la locución. -¿Van a volver a hacer la radio?-, preguntó finalmente. La respuesta selló el hasta pronto que lo tranquilizó para dejar el lugar.
Pocas horas antes, Catalina preguntaba al cierre de las transmisiones, y en alusión a la campaña comunicacional del Festival: -¿Cuál es tu más?-. -Mi más es estar acá, en la Radio-, dijo Felipe en ese momento. - ¿Y tu menos?-, volvió a la carga Catalina. -Mi menos es que esto se va a acabar-, respondió Felipe en su última intervención al aire, antes que los auditores y quienes esa tarde de domingo pasaban por el Consejo de la Cultura, escucharan el “chao” entusiasta del grupo de “reporter@s” que cerró las transmisiones en el FAV.
Un año después él no pudo asistir a los talleres para recuperar la experiencia vivida, en el marco de esta tesis, a diferencia de otros siete de sus compañeros/as. Araceli Jamett (13), Valentina Carrandi (10), Benjamín Cortés (10), Amara Ampuero (11), Renato Aravena (9), Javiera Guerra (10) y Alicia Viveros (12), llegaron un 14 de febrero de 2015, al Consejo de la Cultura para recordar. Aquí sus primeras impresiones, luego de ver el video.
Volver a escucharlos pone la piel de gallina. No hay grandes incentivos para participar pero la motivación no decae. La radio se convirtió en casi una excusa para volver a reunirse, compartir entre ellos, intercambiar Facebook y sentirse amigos. El micrófono al frente fue el disparador de relatos e historias compartidas, como si no hubiera pasado tiempo sin verse, como si el FAV hubiera sido el mes pasado.
Allí es cuando toma sentido pensar que somos seres humanos biológicamente amorosos y que el convivir se genera en una red de conversaciones entrelazadas con la emoción, como dice Humberto Maturana (2003).
Ninguna de las decisiones ni acciones implementadas con la Radio surgieron de la pura racionalidad, y es por lo mismo que re-cordar la experiencia, a través del relato de los niños y niñas participantes, se convirtió en proceso fundamental para rescatar aprendizajes, observar transformaciones y poner a circular ese conocimiento que permita replicar este tipo de prácticas, con la convicción de contribuir a la construcción de sociedades más democráticas.
Y es que esta experiencia surge y se desarrolla desde el amor, emoción que le dio sentido a lo que hicimos, y que permite observarla no sólo desde su carácter académico, político, o social, sino principalmente, desde la huella que dejó en quienes la vivimos.
Un amor que puede haber desatado más de alguna pasión desbordada, más de una crisis, más de una visceralidad incapaz de explicarse. Y es que la comunicación no se traduce en una lógica lineal, no es una relación de ida y vuelta, sino de cruces, conflictos, sentidos que se actualizan en las relaciones. Con todo, nada habría sido posible sin amor.
El desafío es dar cuenta de ese proceso complejo llamado comunicación, y por tanto, más que de pasos y recetas realizadas para lograr objetivos; de miradas y perspectivas que marcaron el proyecto, decisiones tomadas, aprendizajes vividos, experiencias sentidas. Y, desde ahí, visualizar los aportes de Radio Educa al conversar entre el Estado chileno y los NNA, para la transformación de los paradigmas sobre la niñez.
Entonces, ¿desde dónde entonces mirar la comunicación? o ¿cómo se comprende en mi tesis para así analizar su planificación y gestión en el proyecto Radio Educa?
Mario Kaplún dice en El Comunicador Popular que “definir qué entendemos por comunicación equivale a decir en qué clase de sociedad queremos vivir” (Kaplún, 2002:57).
Entonces, me propongo conceptualizarla desde tres dimensiones: simbólica, política y educativa. Así, analizaré la práctica Radio Educa en el FAV como construcción de relatos, sentidos y lugar de encuentro. Asimismo, me enfocaré en ella como ejercicio de derechos, espacio para ampliar el “trazado de la ciudadanía” (en palabras de María Cristina Mata), y lugar para transformar las relaciones de poder, con la niñez como protagonista. Y finalmente en su carácter educativo, como experiencia que, a través del lenguaje radial, permite construir nuevos aprendizajes, y poner a circular otros modos de conocer. Dimensiones que están en convergencia permanente y atraviesan la práctica.
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