La comunicación y su dimensión educativa



En las radios comunitarias –participativas, alternativas, etc- se producen procesos comunicativos/educativos que las convierten en “estrategia de comunicación/educación”, caracterizadas por superar el modelo informacional y entrar al terreno de la construcción de relaciones sociales.



La radio –comunitaria, popular, participativa, alternativa, ciudadana- no es sólo transmisión de mensajes, sino que está atravesada por múltiples procesos de comunicación. El período histórico en que surgen, el tipo de propiedad, o las necesidades a las que apuntan y el modo cómo las resuelven son algunas categorías que permiten clasificarlas. 

Sin embargo, tal como señala Jorge Huergo, lo que estas experiencias tienen en común es que “constituyen medios populares, donde las prácticas comunicacionales son diferentes a las del modelo dominante; por lo general expresan opciones de cambio, articulándose con proyectos de transformación de las estructuras injustas que generan la pobreza y la marginalidad en América Latina” (2004:3).

Esta mirada me permite poner el foco en el sentido político y cultural que está detrás de las experiencias radiales, el que además, está atravesado necesariamente por un objetivo educacional. 

Jorge Huergo, me ayuda a explicar esta idea. Para él, el ciudadano se va constituyendo a través de los procesos de formación que se vivencian en los medios de comunicación alternativos. Dice: “la articulación con lo educativo está determinada por la construcción (en nuestras prácticas y proyectos de comunicación comunitaria y popular) de espacios que posibiliten desandar las imágenes producidas por el discurso hegemónico, desandando también los anudamientos naturalizados entre significantes y significados, como los del tipo “pobres = vagos” o “jóvenes = peligrosos” o “ciudadanos = votantes”, etc. A la vez, la articulación con lo educativo alude a que nuestras prácticas y proyectos de comunicación popular y comunitaria no se agotan en los lenguajes que desarrollamos, en los modos de nombrar la experiencia y el mundo, y de leerlos, sino en el desarrollo de modos de “escribir la experiencia y el mundo”, es decir, de construir en las prácticas la transformación del orden hegemónico” (2004:10).

Entonces, en las radios comunitarias –participativas, alternativas, etc- se producen procesos comunicativos/educativos que las convierten en “estrategia de comunicación/educación”, caracterizadas por superar el modelo informacional –o transferencia y suma de conocimientos, al estilo de la educación bancaria de Paulo Freire-, y entrar al terreno de la construcción de relaciones sociales.



Pero, ¿cuál es la mirada de la comunicación/educación que está intrínseca en estos procesos? 

Mario Kaplún, en El comunicador popular, menciona –citando a Juan Díaz Bordenave- tres modelos que permiten responder esta pregunta:

1.- Énfasis en los contenidos (exógeno). Es un modelo de educación basado en la transmisión de conocimientos y valores (emisor, mensaje, receptor), “de la elite instruida a las masas ignorantes”. El objetivo es que el educando aprenda, reprimiendo su capacidad creativa y premiando la repetición de contenido. 

2.- Énfasis en los efectos (exógeno). Kaplún explica que consiste en “moldear” la conducta de las personas con objetivos previamente establecidos. Es una educación manipuladora para cambiar mentalidades, cuya base es la persuasión y la recompensa. Debe ser capaz de generar un efecto para producir un resultado; es decir, inculcar las nuevas actitudes sin pasar por la reflexión, por el análisis, por la conciencia, sin someterlas a una libre elección.

3.- Énfasis en el proceso (modelo endógeno). En él se destaca la importancia del proceso de transformación de la persona y las comunidades. “No se preocupa tanto de los contenidos que van a ser comunicados, ni de los efectos en término de comportamiento, sino de la interacción dialéctica entre las personas y su realidad; del desarrollo de sus capacidades intelectuales y de su conciencia social”, explica Kaplún (2002:17). 

Pablo Freire es su principal inspirador, y se refiere a ella como una educación liberadora o transformadora. Para él, nadie se educa solo, sino que mediatizados por el mundo: los hombres –y mujeres- se educan entre sí. 

Desde esta mirada, la educación es un proceso permanente donde el sujeto va elaborando, reinventando, haciendo suyo el conocimiento. “Un proceso de acción-reflexión-acción que él hace desde su realidad, desde su experiencia, desde su práctica social, junto con los demás. Y en el que hay también quien está ahí -el ‘educador/educando’- pero ya no como el que enseña y dirige, sino para acompañar al otro, para estimular ese proceso de análisis y reflexión, para facilitárselo; para aprender junto a él y de él; para construir juntos” (Kaplún, 2002:45). 

El proceso implica aprender a aprender, elaborar conciencia crítica, razonar por sí mismo, deducir en libertad. Es una instancia participativa, “porque sólo participando, involucrándose, investigando, haciéndose preguntas y buscando respuestas, problematizando y problematizándose, se llega realmente al conocimiento. Se aprende de verdad lo que se vive, lo que se recrea, lo que se reinventa y no lo que simplemente se lee y se escucha. Sólo hay un verdadero aprendizaje cuando hay proceso; cuando hay autogestión de los educandos” (Kaplún, 2002:47). 

El error se concibe como parte del proceso de acercarse al aprendizaje, y no se elude el conflicto, pues sin crisis no hay crecimiento. En esta lógica no debiera producirse una diferenciación jerárquica entre el educador –como “dueño de la verdad”- y el educando –como un sujeto “vacío de contenido”-. 

Asimismo, es importante la información pero hay que preguntarse cómo y en qué contexto se entrega. Si esta no surge de una inquietud del grupo, de una necesidad o de preguntas que se formulan, el educador debiera generar esa inquietud, hacer que los cuestionamientos surjan: problematizar. Una pedagogía de la pregunta, como diría Freire. 

El modelo de comunicación/educación tras un proyecto como Radio Educa buscó poner el énfasis en los procesos, y con ello invitar a vivir una experiencia de interaprendizaje a través de la radio. Implicaba compartir un espacio con otros y expresarse libremente teniendo con la técnica radial como mediadora. No obstante, tal como señalé anteriormente, el contexto en el que se desarrolló el proyecto y sus objetivos  –implementar una radio en vivo con programación sonando permanentemente- , requirió la producción de contenido que limitó la experiencia educativa. 

Magdalena. “Nuestra metodología se diferenció de un modelo tradicional de educación. Primero, por la disposición del espacio: tener un círculo y partir en cada sesión de taller con él, nosotros como parte de ese círculo, donde hay equidistancia en cada uno de los participantes, no hay uno más importante que otro, son todos iguales y son parte de él.  

Por otra parte, la motivación de recibir una invitación, aceptarla, querer participar, fue algo no impuesto, sino algo que decidieron ser parte. Por otro lado, lo lúdico que consideró el lenguaje más natural de los niños: la magia, representar roles, hacer como sí (fuera un reportero, entrevistado...), y el juego teniendo en cuenta lo que el niño ya sabe. Además, considerar al otro niño par, y que podían aprender juntos: el saber no viene sólo del tío profesor sino también del niño, del compañero. Y por último, el mismo formato de la radio. Es una radio infantil, tiene una inspiración de ser para niños y por niños: el niño es completamente un sujeto activo y creador de ella”.



Noel. “Los talleres fueron asertivos ya que generaron una práctica muy similar a la que tendrían en la Radio, como una gimnasia en la que fuimos reconociendo las destrezas, los saberes, las habilidades de cada uno, para después pensar que podía aportar cada uno, en cada momento y lugar”.

Así, desarrollamos una experiencia donde se pensó en relaciones de comunicación para el aprendizaje desde la disposición del espacio, hasta las dinámicas que se realizaron en él. Un elemento central estuvo en el juego, en relevar la capacidad lúdica de cada niño/a. Además, pusimos en valor la diferencia, el desarrollo de ideas colectivas a partir de ella, y el rol del adulto como un facilitador de ese proceso: el conocimiento como construcción colectiva, no como privilegio de algunos.

En la experiencia se dieron espacios para la capacidad crítica, para opinar y expresarse desde un habla niña. Allí, el memorizar contenidos, o aprender “cómo se hace radio”, a la usanza de una escuela de periodismo, no tuvo cabida, pues la idea era invitarlos/as a vivir una experiencia radial, donde el énfasis estaba en compartir con otros. Como diría Claudio Naranjo (2014), un modelo educativo que reconoce como objetivo central la capacidad de amar (amarse a sí mismo y amar a los otros). 


En las opiniones de los/as niños/as que participaron se observa lo que significó para ellos la experiencia (estas opiniones corresponden a las respuestas a la pregunta ¿qué es lo que más te gustó de Radio Educa?, aplicada en la encuesta realizada para la tesis): 

Ariel. “Las personas eran cariñosas, me gustó cuando entrevisté”.
Rayén. “En Radio Educa todos nos sentimos muy acogidos y como verdaderos locutores de radio porque todos participamos, lo que más me gusto fue cuando entrevisté a Tikitiklip”.
Renato. “Era la primera vez que entrevistaba a alguien, poder hacer preguntas interesantes y poder pensar que no todos tienen esa oportunidad entonces también me sentía como orgulloso de estar ahí”.

De ese modo, la Radio fue una experiencia de comunicación/educación al momento de convertirse en un espacio de enriquecimiento de las relaciones sociales –construcción de capital social podríamos decir-, de des-aprender significados y re-construir sentidos, transformarse uno mismo y el/la otro/a. Además, y no menos importante, aprendieron sobre la radio en su dimensión técnica y de contenido:

Renato. “Aprendí cómo era una entrevista real. Cómo se siente estar en una entrevista real y entrevistar a personas”.
Araceli. “Aprendí que no es fácil organizar una radio”. 
Ariel. “Aprendí a trabajar en grupo”.
Felipe.El tema de reportear, aprender a usar la mesa y lo entretenido que es trabajar en radio”.
Isabella. “Aprendí a usar distintos elementos de reportaje y entrevistar”.
Karla. “A no ser tímida frente un micrófono y ser seguros frente a la gente”.
Valentina. “Hablar con gente mayor”. 

Asimismo, para los niños y niñas, el capital social se construye en las redes y lazos que se generan, en el “hacer amigos” que se posibilita al compartir, al producir con otros. Para los participantes, este fue uno de los aspectos más importantes de su experiencia . 

- ¿Les gustó compartir con otros niños y niñas?- Pregunté en el primer taller para recuperar la experiencia de las y los niños que participaron en el FAV. La respuesta fue un coro de voces: ¡Siiii! 

Araceli. “Nos pudimos conocer y cada uno tenía como algo que decir en algunos momentos, también que me pude divertir mucho con algunos”.
Valentina. “Amistad”. 
Renato. “Pude conocer nuevos amigos, encontrarme con amigos antiguos, porque me gusta conocer gente. Además pude grabar con ellos y también disfrazarme con ellos”.
Benjamín. “Pude hacer nuevos amigos”.
Karla. “Algunos eran muy simpáticos e inteligentes y aportaban mucho al grupo”. 

A partir de la expresión de la palabra infantil en lo público, estas experiencias de aprendizaje contribuyen a re-construir los sentidos en torno a la niñez: las nociones sociales, conceptos, e imágenes que circulan en torno a ellos, y cómo ellos mismos se ven . 

Noel. “Uno de los aportes de Radio Educa tiene que ver con el diálogo intergeneracional y cómo estas experiencias transforman la mirada que los adultos tenemos sobre lo que pueden hacer los niños,  lo que pueden decir, lo que pueden resolver. Además, se potenciaron los procesos de empoderamiento de la palabra de los propios pibes, y la gestión del mismo espacio a partir de la participación de ellos”.

Los niños y niñas, a través de sus relatos, contribuyen a la transformación de estos sentidos. Lo que sigue corresponde a un diálogo que se desarrolló en la experiencia de taller para la recuperación de la experiencia FAV.



Renato. “Los niños se nota que son muy diferentes a los adultos, porque ellos pasan más con tecnología o con las ideas de trabajo y esas cosas. Yo en mi casa algunas veces me siento aburrido porque cuando vamos a la playa no se quieren bañar mis papás, y yo les digo “báñense, báñense”, porque yo quiero estar con ellos, porque igual es aburrido estar, tienes que hacer amigos en la playa y no conoces a nadie, entonces es muy difícil. Este es un consejo para los papás: los  niños quieren divertirse con ellos”.

Amara. “Uno con la tecnología no aprende, pero si juegas al aire libre o en el campo, vas a aprender distintas cosas, vas a encontrar bichos, o vas a aprender muchas cosas más que con la tecnología. Por ejemplo si le instalas un juego a un bebé en una Tablet, el niño no va a aprender, va a tener problemas a la vista, va a estar todo el día metido en la pantalla y eso no es bueno”.

Vale. “Pasa, por ejemplo, cuando te cuidan tus abuelos, o tus padres, y se acostumbraron que cuando ellos se portaban mal, les hacían escribir cien veces: no rayar la pared, por ejemplo. Y después te hacen a ti escribir eso, y te cansas. Y les dices que no lo hagan más porque eso duele, y no te escuchan”. 

Benjamín. Nos dicen (los padres) que salgamos del computador y ellos vienen con el celular en la mano, y están diciendo que no hagamos algo pero lo que están haciendo ellos”.

Al comunicarnos, aprendemos de y con los otros. Es el “poder terapéutico” de la experiencia, en directa alusión a los planteamientos de Naranjo y lo significativo del aprendizaje cuando fomenta el autoconocimiento y la conexión con los otros. 

Magdalena. “El efecto terapéutico no era esperado de los talleres. La abuela de una de las niñas me dio las gracias y estaba súper contenta porque me contó que su nieta estaba muy motivada con esto, que la vio hablar en vivo y que la niña tenía diagnosticado un problema de lenguaje en el colegio, y que con suerte hacía disertaciones. Me sorprendió que en un mes, y en cuatro veces que la vimos, se haya podido lograr eso. Que haya tenido confianza para expresarse, porque no había críticas sobre su manera de hablar, y se atrevió. 
Yo creo que para algunos niños significó algo importante: sentirse valorado, respetado, que se le abrieran puertas, entrevistar a los adultos… eran algo importante del Festival”. 

Para el segundo taller de recuperación de su experiencia, en Radio Ritoque, me sorprende cómo se desenvuelven. Sin necesidad de mediación ni ayuda adulta, se organizan, eligen los temas para la media hora en la que hablarán solos, respetan las palabras, se entusiasman, se concentran y se escuchan. 



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