La comunicación en su dimensión política




Radio Educa se instaló en el FAV 2014, fomentando la participación y abriendo espacios de protagonismo para la niñez. Con ello buscamos promover el derecho a la comunicación, dimensión política que analizo a continuación.



En 1980 Oswaldo Capriles dictó una conferencia en Caracas, Venezuela, donde analizó el estado de las políticas de comunicación en América Latina, tomando en consideración la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas de Comunicación en América Latina y el Caribe, celebrada en San José de Costa Rica (1976). Allí recalcó la necesidad de comenzar a pensar en el derecho a la comunicación, como la posibilidad garantizada a todos los ciudadanos y grupos sociales de acceso y participación en los medios. Es decir, “recibir en igualdad de condiciones, todos los mensajes masivos (…) y tomar parte activa en la toma de decisiones políticas relativas a la comunicación social, y en la gestión de los medios y en la producción de los mensajes en dicha sociedad”, explica Capriles. 

El concepto se enriquece con los aportes de Antonio Pasquali quien señala, entre otras cosas, que el derecho a la comunicación debiera garantizar a todos los sujetos “una misma e idéntica capacidad práctica para codificar, seleccionar canales, emitir y recibir mensajes (…) las sociedades humanas son el reflejo de las relaciones de comunicación en ellas imperantes, de cómo ejercen los ciudadanos sus derechos a la comunicación” (Pasquali, 2007:67). 

Radio Educa entonces, es un proyecto que permite que niños y niñas ejerzan su derecho a la comunicación. El objetivo debiera ser entonces, pensar la comunicación como un derecho, que, como diría Daniel Prieto Castillo (1999), permite ejercer la calidad de ser humano, expresarse, interactuar, relacionarse, gozar, proyectarse, afirmarse en el propio ser, sentirse y sentir a los demás, abrirse al mundo, y apropiarse de uno mismo.  

Patricio. “Hay niños que les gusta la radio, la entienden desde su mirada, y se manifiestan claramente. Algunos enganchan al tiro, otros la van tomando de a poco, otros pasan un buen rato, otros se atreven. Cada uno tiene su propio acercamiento, así como el grupo también tiene sus propias dinámicas de escuchas, compartir, intercambiar”. 

Magdalena. “Los niños participaron con ganas. Algunos descubrieron algo que no conocían, que les gustó. La tecnología que usamos es sencilla pero les da una sensación de importante: lo que comunico no se lo lleva el viento, alguien más lo va a escuchar o yo mismo. El registro da la sensación de algo importante. No es lo mismo entrevistarse sin eso. Además, ellos podían usar la tecnología manejándola por sí solos, con la sensación de ser usuarios”.

Noel. “Los pibes estuvieron divinos. Los vi super motivados. Es la primera vez que trabajaba con chicos que tienen participación en el circuito cultural de una ciudad (del arte). Eso facilitó un montón nuestro trabajo, que algunos fueran hijos de personas que gestionaban el FAV, y que tuvieran experiencia de diálogo organizado: de cómo hablar, de esperar al compañero, de organizarse. La Radio pudo recuperar esas prácticas y amplificarlas más”.

Esta mirada de la comunicación como derecho y caudal de transformación, es el fundamento de las prácticas de comunicación alternativa, popular o participativa, que desde los 40’ se desarrollaron en Latinoamérica. 

Surgieron como experiencias contestarías con el propósito de conquistar espacios de expresión y así “dar voz a los que no tienen voz”, o romper el silencio impuesto. Pero más allá de apropiarse de las herramientas de comunicación –propiedad de los medios, en la línea de las teorías críticas-, se pensó en la necesidad de controlar los procesos de gestión, producción, y toma de decisiones. Es allí cuando la comunicación se está pensando más que en productos, en procesos.

Es así como la radio se convierte en un espacio de encuentro y de construcción de identidades que posibilita el cauce de la palabra a un grupo social. Porque “si algo confirmaron históricamente las prácticas de comunicación popular es que no se puede pensar la realidad y nombrarla con autonomía cuando a uno se le despoja de la palabra propia como ocurrió con los pueblos originarios, o cuando alguien es acallado es la esfera pública, como durante tanto tiempo nos ocurrió a las mujeres reducidas al habla hogareña siempre y cuando el amo de la casa lo permitiera. No se pueden colectivizar, poner en común necesidades y deseos para producir ideas acerca del modo en que se quiere vivir, cuando los espacios necesarios para esa puesta en común –las escuelas, las organizaciones políticas, los parlamentos, los medios de comunicación– están férreamente controlados por unos pocos que fijan temas, modos de actuar, de decir, de argumentar, de llegar a acuerdos”, dice María Cristina Mata (2011:16-17).

Decir que Radio Educa es un medio de comunicación popular, alternativo, y/o participativo quiere decir que sus contenidos, su forma de producción, la relación con sus audiencias, y sus objetivos (entre otros), aspiran a ser diferentes al modelo dominante. Es una opción de cambio que se fundamenta en un proyecto de transformación: visibilizar a niños y niñas como protagonistas del proceso de comunicación, compartiendo y construyendo historias, conocimientos, visiones de mundo,  y aprendizajes. Niños y niñas como ciudadanos que ejercen su derecho a la comunicación, y por ende, a la participación en el espacio público.  

(Escuchar a los niños y niñas participantes sobre su ejercicio del derecho a la comunicación en Radio Educa). 

Según Unicef (2009), la participación “se refiere a promover la autonomía y la capacidad de los niños y niñas para participar en decisiones e iniciativas que les afectan. Examina cuestiones relacionadas con los derechos y las libertades civiles, como la libertad de expresión, de pensamiento, de conciencia y religión, asociación y reunión, el derecho a la información y el derecho de los niños y niñas a expresar sus puntos de vista en relación con cuestiones que les afectan” (En Gutiérrez, 2011:13). 

Asimismo, es posible identificar dos dimensiones del concepto (Unicef, 2015). Una de ellas es la instrumental; es decir, la participación concebida como un medio o herramienta para lograr, colectivamente, un objetivo que satisfaga alguna necesidad. En este caso, uno de los objetivos era la difusión del Festival de las Artes. La segunda, se entiende como un fin en sí mismo, en cuanto proceso integral para el desarrollo de la persona, y podríamos agregar, para el desarrollo de la sociedad. Aquí aparecen los objetivos políticos del proyecto, tales como la construcción de ciudadanía, identidad, reconocimiento, etc.  

Magdalena. “Radio Educa fue una instancia de recreación, de compartir entre los niños, participación, en vacaciones, voluntaria. Pero además, es un espacio donde se reivindica el derecho a la participación de los niños, y aunque sea por una vez, el Estado lo logra valorar y financiar. Sienta un precedente de que algo así funciona, se puede hacer, y genera interés de parte de los niños y de quienes observan el proceso”.

Noel. “A mí me encantó que el Festival tuviera una cultura diferente respecto a lo que pudieran pensar los niños sobre su ciudad, por ejemplo. Había una línea ahí trabajada sobre la niñez y la participación. Me parece eso sí que eso no debería depender de momentos coyunturales y que tendría que ser algo sostenido y vinculado a la gestión de derechos en cualquier política pública. Debería haber cupos de participación infantil en actividades culturales, de salud, educativas.”

Existen tres componentes importantes para ejercer y garantizar la promoción y protección de la participación (Gutiérrez, 2011:10 y 11), los que se tomaron en consideración a la hora de planificar y gestionar la comunicación en Radio Educa: 

1)   Información. Entendido como derecho en sí mismo y como condición para la participación. Para que ésta sea garantizada en sentido auténtico, la fuente de información debe ser accesible, comprensible y de buena calidad.



Tuvimos especial preocupación en el proyecto de informar a niños y niñas –tanto previo, como durante el proceso de taller-, de todo lo necesario para que tomaran las decisiones que desearan, estuvieran conscientes de los objetivos, y sus apoderados confiaran en nosotros.

Desde que comenzamos a convocar buscamos que los objetivos y el sentido de la actividad se transmitieran lo más claramente posible, manteniendo contacto permanente con los apoderados de los/as niños/as. Es por eso que enviamos periódicamente correos electrónicos con información, además de mantener vías de comunicación abiertas (correo y teléfono). En cada una de nuestras decisiones, y lo expresamos también en los correos, estaba el interés superior del niño.

La comunicación con los apoderamos era fundamental porque en ella también se reflejaba el modo cómo desarrollábamos el proceso, cómo estábamos entendiendo la comunicación y aprendizaje con y para los/as niños/as. Las palabras utilizadas, la periodicidad de los correos, los llamados telefónicos, no fueron al azar. En todo estábamos comunicando.

2) Construcción y reconocimiento de la propia opinión. Tanto las opiniones individuales como las colectivas se construyen a través de la reflexión, discusión, intercambio, síntesis y re-problematización. Sin opinión propia la comunicación se vacía y no puede hablarse de participación.
En todos los procesos vividos con los niños y las niñas resguardamos la construcción de sus propias opiniones, sin influenciar ni limitar su expresión. Se fomentó la opinión y se incentivó, a través de preguntas y dinámicas que explicaré más adelante.

3) Expresión y escucha. La libertad de expresión requiere de instrumentos y de manejo del lenguaje. Para que la expresión se concrete es necesario que exista una escucha que debe ser respetuosa y receptiva.


Fomentamos el respeto tanto desde nosotros como adultos, como desde los mismos participantes entre ellos. El espacio buscaba ser un lugar de respeto, y de opinión libre. No obstante, y tal como señalé anteriormente, la escucha estaba limitada muchas veces a las condiciones que proponía el lugar en el que desarrollábamos el proyecto. No había límites explícitos, pero sí acuerdos tácitos que limitaban la amplitud de estrategias para soltar la palabra en toda su dimensión.

Magdalena. “La mayoría se inscribió sabiendo que el proyecto era radial, con la comunicación verbal. La invitación explicitaba eso, por lo tanto sabían a lo que iban. Hubo una decisión primero de querer participar, hubo un deseo de estar ahí. 

Y en cuanto a respetar ideas de ellos en las sesiones de taller, no sé si hubo el espacio para que ellos propusieran diversidad de temas, pero sí eligieron qué decir, se ponían de acuerdo, y ahí hubo participación. Me parece que se sintieron importantes o vistos por los otros, con nombre y apellido”.

Bajo estos tres componentes se instaló Radio Educa en el FAV, fomentando la participación y con ello el derecho a la comunicación, y así abriendo espacios de protagonismo para la niñez. Pues, como señala María Cristina Mata,“las prácticas de comunicación popular, más allá de sus diferentes orígenes y perspectivas e incluso más allá de sus limitaciones, constituyen uno de los tantos modos que distintos colectivos, instituciones, organizaciones y movimientos desarrollan para cambiar las lógicas del poder que son también las lógicas de la comunicación hegemónica. Permitir que se escuchen voces silenciadas, intentar poner en agenda temas y problemas que otros medios de comunicación ocultan o soslayan, alentar expresiones culturales que el mercado desecha porque no son rentables, son algunas manifestaciones de esa búsqueda” (Mata, 2011:17).

Magdalena. “Radio Educa fue el único espacio donde los niños eran parte del proyecto, no participaban como externos, eso fue innovador. Que los niños fueran los protagonistas, invitaban a participar a los adultos, y siempre había un niño en el set. De alguna manera es contracultural. Uno no espera ver a niños actuando de esa manera: otorgándoles voz, sobre todo porque éramos el medio oficial del Festival. Que se les dé el espacio a los niños para que sean los anfitriones, hacerlos partes, hacerlos visibles. No eran sólo niños que iban y se le invitaba a participar de una actividad planificada por otros, sino que ellos antes estuvieron conociendo, aprendiendo de eso, y como punto final del proceso, desarrollaron la radio en vivo. Ellos también construyeron eso, fueron a entregar algo que aprendieron antes”.

Estábamos por tanto trabajando desde una concepción de la niñez como sujetos de derechos, como ciudadanos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario